(director)
La potencia trágica que tiene el caso real de Mónica Santucho provocó en la autora la creación de un material abierto donde el texto, escrito en forma de poema dramático, abrió paso a la creación de un texto musical paralelo y complementario.
La puesta en escena está concebida a partir de la idea de hacer
prevalecer lo sonoro en esas dos dimensiones que propone de este material: la
palabra y la música.
La metáfora poética que parte de la imagen de un cuerpo muerto que
“regresa a la tierra para decir su verdad y denunciar la injusticia”, fusionada
con las partituras musicales hacen de soporte a algunos momentos expresados
solo desde el movimiento proponiendo una representación abordada desde de la
actuación y la danza; es decir, la palabra dicha en escena por una actriz e
interpretada a través de la danza por una actriz – bailarina.
Al mismo tiempo, al entramado de estos dos lenguajes que se suma el lenguaje
audiovisual que funciona como ámbito escenográfico acentuando la idea de un
espacio austero.
Pocos elementos escénicos cuentan de manera
simbólica la presencia de los hermanos ocultados en el tacho de basura, pero a
la vez muestran en ellos a los otros nietos aún buscados.
Economía, no solo de
recursos escénicos, sino también en una actuación que potencia la palabra, la
emoción, la historia, expresada más por los impulsos internos que por su
manifestación exterior en el espacio donde las imágenes audiovisuales, en
diálogo con lo que sucede en escena, son generadoras y a la vez continente de
los movimientos danzados.
La idea fue plasmar un
espectáculo donde lo interdisciplinario convive para dar fuerza a una historia
que, por su dureza, precisa ser contada como un cuento donde lo poético invita a un final esperanzador.
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