(no hay paz en los océanos cuando mueren niños en la tierra)

En el operativo del 3 de diciembre de 1976 asesinan a Catalina Ginder y a Rubén Santucho. Junto con ellos es secuestrada su hija Mónica, de 14 años. Se cuenta que en el operativo ella logra esconder a sus hermanos menores en un tacho recolector de basura. No pudo escapar, fue cautiva durante 3 meses y luego asesinada.

La potencia trágica del caso real cobra forma en un texto poético que rinde homenaje a la valentía de la niña; pero que también lleva a reflexionar sobre todos aquellos otros niños que son víctimas de cualquier tipo de vejación a sus derechos, invitando a un final esperanzador donde la verdad guía hacia el camino de la justicia y la libertad.

Por ella y por la vida, este tributo.

CONCEPCIÓN DE PUESTA-

HORACIO PUCHO MEDRANO
(director)

La potencia trágica que tiene el caso real de Mónica Santucho provocó en la autora la creación de un material abierto donde el texto, escrito en forma de poema dramático, abrió paso a la creación de un texto musical paralelo y complementario.

La puesta en escena está concebida a partir de la idea de hacer prevalecer lo sonoro en esas dos dimensiones que propone de este material: la palabra y la música.

La metáfora poética que parte de la imagen de un cuerpo muerto que “regresa a la tierra para decir su verdad y denunciar la injusticia”, fusionada con las partituras musicales hacen de soporte a algunos momentos expresados solo desde el movimiento proponiendo una representación abordada desde de la actuación y la danza; es decir, la palabra dicha en escena por una actriz e interpretada a través de la danza por una actriz – bailarina.

Al mismo tiempo, al entramado de estos dos lenguajes que se suma el lenguaje audiovisual que funciona como ámbito escenográfico acentuando la idea de un espacio austero.

Pocos elementos escénicos cuentan de manera simbólica la presencia de los hermanos ocultados en el tacho de basura, pero a la vez muestran en ellos a los otros nietos aún buscados.

Economía, no solo de recursos escénicos, sino también en una actuación que potencia la palabra, la emoción, la historia, expresada más por los impulsos internos que por su manifestación exterior en el espacio donde las imágenes audiovisuales, en diálogo con lo que sucede en escena, son generadoras y a la vez continente de los movimientos danzados.

La idea fue plasmar un espectáculo donde lo interdisciplinario convive para dar fuerza a una historia que, por su dureza, precisa ser contada como un cuento donde lo poético invita a un final esperanzador.

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